Este blog nace para contar la historia de los pueblos de la comarca de Torrijos a través de imágenes y microrelatos.

martes, 20 de septiembre de 2016

LLEGADA DE LAS TROPAS NACIONALES A SANTA OLALLA.


Frente de Maqueda. Artillería nacional haciendo fuego contra el castillo de
Maqueda(TOLEDO). Esta imagen fue portada del ABC sevillano de
fecha 30´09-1936. Foto Serrano


LLEGADA DE LAS TROPAS NACIONALES A SANTA OLALLA EL 20 DE SEPTIEMBRE DE 1936.



La localidad de Santa Olalla quedó casi desierta de habitantes. La mayoría habían emigrado para nunca más volver, sobre todo los que ostentaron algún cargo público o habían participado indirectamente en algún delito de sangre. Otros, incluso de ideología conservadora, simplemente se marcharon ante el temor a los aguerridos moros. Según La Causa General, de 3.078 habitantes que había censados, sólo quedaron 400 para recibir a las tropas nacionales. A ello contribuyó el desánimo de todos  los vecinos, de ambas ideologías, cuando se enteraron de lo ocurrido días atrás en El Casar de Escalona.
          En la retina de aquellas personas que recibieron a las tropas de Yagüe, aquel 20 de septiembre, ha quedado grabado el montón de ruinas a que quedaron reducidas las casas del pueblo, fruto de la batalla aérea librada por aquellas fechas.(11)  
          No hubo fusilamiento o represión inmediata como sucedió en otros pueblos. En Santa Olalla, a pesar de los asesinatos ocurridos semanas atrás, los aguerridos moros no tuvieron con quien saciar sus ansias de venganza, un poco aplacadas ya por los sucesos ocurridos el día antes en El Casar de Escalona. Excepción hecha de una decena de milicianos de la localidad de Belvís de la Jara que pasaban en camión por allí, saludando puño en alto, camino de Madrid. Ignoraban que el pueblo había sido ocupado ese mismo día. El error de los recién llegados les costaría la vida.
          Corresponsales de guerra y periodistas extranjeros acompañaban a las columnas africanas. Uno de ellos, John T. Whitaquer, se ganó la confianza de Yagüe, quien le ayudó a sortear los rígidos controles impuestos a la mayoría de los corresponsales de países democráticos. Solo les permitían llegar al frente una vez concluida la batalla y siempre escoltados por el jefe de prensa de Franco. Pero este redactor debió transmitir por error una noticia equivocada que el prestigioso escritor, Paul Preston ha transcrito en su libro El holocausto español:

Nunca olvidaré el momento en que presencié la ejecución en masa de los prisioneros. Me encontraba en la calle Mayor de Santa Olalla cuando llegaron siete camiones cargados de milicianos. Los hicieron bajar y los amontonaron como a un rebaño. Tenían ese aspecto apático, exhausto y derrotado de los soldados que ya no pueden resistir por más tiempo el vapuleo de las bombas alemanas. La mayoría de ellos llevaba en las manos una toalla o una camisa sucia: las banderas blancas con las que señalaban su rendición. Dos oficiales de Franco les ofrecieron cigarrillos y algunos prisioneros se echaron a reír como niños acobardados al fumar su primer cigarro en varias semanas. De repente, un oficial me agarró del brazo y me dijo: "Es hora de marcharse de aquí". Frente a los amontonados  prisioneros, unos 600 hombres, unos Regulares empezaron a montar sus ametralladoras. Los prisioneros los vieron igual que los vi yo. Temblaron al unísono cuando los que estaban en primera fila, enmudecidos por el pánico, retrocedieron, pálidos y con los ojos desorbitados, aterrorizados.(12)

Pero esta información no es correcta. Las únicas atrocidades que se recuerdan en Santa  Olalla son las ya citadas de El Casar de Escalona, donde el número de muertos en el campo de batalla sí pudo aproximarse a esa cifra de 600 republicanos. Alguien, Preston o Whitaker, debió confundir la localidad y la forma en que ocurrieron los hechos. En la comarca de Torrijos no se tiene constancia de una masacre en masa de esa magnitud.


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